MESAS APROBADAS -w-

 

 



  

•  Salud y epidemias en el Sur de México y Centroamérica, siglos XIX y XX   •

 

Coordinadores:

Luis Alberto Arrioja Díaz Viruell (El Colegio de Michoacán)

larrioja@colmich.edu.mx

Yesenia Martínez García (Universidad Nacional Autónoma de Honduras. UNAH)

yesymg@gmail.com 

 

Resumen:

Durante el siglo XIX el territorio centroamericano y especialmente el territorio hondureño se vio invadido por las epidemias de viruela y el colera morbus. A ello le hicieron frente las autoridades municipales y departamentales, quienes se manifestaron mediante informes, peticiones y bandos enviados a las autoridades centrales o distribuidos en las comunidades afectadas. En estos documentos se solicitó la formación de Juntas de Sanidad, la limpieza de solares, se instruyó cómo debían construirse las sepulturas, el establecimiento de cordones sanitarios y la implementación de cuarentenas hasta por veinticinco días. La preocupación fue tal que se atendió particularmente las fronteras del sur tanto como las del Caribe hondureño. Si bien en estas normativas hay una intención de reglamentar la higiene y atender las poblaciones en momentos de epidemias, éstas se dieron con contenidos legales y jurídicos, y amplia responsabilidad en la policía. Quizá por no considerarse la participación de un colectivo de médicos o por la ausencia para el momento de un organismo de salubridad. Esto sólo se consideró hasta 1891, cuando se propagó la epidemia de viruela en las regiones del Caribe y el occidente de Honduras. En este momento las autoridades del gobierno hondureño encomendaron al decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Central, Miguel Paz Barahona, que se elaboraran “las disposiciones relativas para combatir la epidemia…”. Con la llegada de la fiebre amarilla en 1905 sucedió otra situación. Esta epidemia muy probable tuvo como origen el sur de Estados Unidos, afectó los puertos de Veracruz en México, Puerto Barrios en Guatemala, Puerto Cortés y otras poblaciones del departamento de Cortés en el Caribe hondureño. El gobierno hondureño mostró poco interés, ya que evadió la responsabilidad presupuestaria para atender a las víctimas de 1905, dejando solas a las autoridades municipales, a las Juntas de Sanidad y a la frágil y escasa infraestructura hospitalaria. Algo similar sucedió con la pandemia mundial de la Gripe de 1918, en la que fallecieron centenares de hombres, mujeres y niños a nivel nacional, y particularmente en las comunidades cercanas a las líneas del Ferrocarril Nacional y las que conectaban con los puertos del Caribe (Trujillo, Omoa y Puerto Cortés) y las comunidades donde se desarrollaba la actividad agroindustrial, particularmente del cultivo del banano. Con esta pandemia de 1918, de nuevo la geografía de la propagación de las epidemias recuperaba la misma ruta del contagio desde el periodo colonial, el siglo XIX, e incluso con la fiebre amarilla de 1905. En parte se debió a que los puertos coloniales y de principios del siglo XX con mayor actividad comercial, que conectaban a Honduras con Guatemala, Belice, Cuba, México, Estados Unidos y Europa se encontraban en el Caribe, un espacio apropiado para la inmigración y el comercio. Actualmente, con la propagación de la epidemia del COVID 19 y en pleno siglo XXI,  Honduras continúa con similares problemas. En este momento sigue siendo la región norte del país, y en particular el departamento de Cortés, la zona más afectada, con un 64 % de los casos contagiados y fallecidos. Esto tiene una razón histórica, sigue siendo el espacio de mayor actividad comercial, de exportación, ahora ya no tanto de entrada, sino de salida a las caravanas migratorias. A ello se suma la falta de infraestructura sanitaria y un plan de emergencia y condiciones para atender la problemática a nivel regional y nacional.

 

 

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